Eso que llaman “Homesick”

Los viajes y los nuevos destinos te llenan de experiencias, cultura, independencia, sentimientos y emociones. Pero cuando el destino te atrapa y pasas de turista a local debes aprender a manejar más que un idioma y una cultura.

Tomar la decisión de vivir lejos de la familia en algunas culturas resulta normal. En Europa después de los 18 años los jóvenes se mudan a otras ciudades para ir a la universidad o simplemente para independizarse. Las distancias de las mudanza pueden ser cortas, medianas o largas. Puede ser la calle de al frente, el siguiente vecindario, otra ciudad, país o continente.

Al principio todo es diferente, divertido, interesante y emocionante. Pero después de un tiempo comienzan a llegar las responsabilidades… Y van creciendo con el tiempo … Aprender a manejar el dinero, saber como funcionan los cables, el calentador, como cambiar un bombillo o a quién llamar si se daña la calefacción, comenzar a trabajar, limpiar, cocinar, lavar y un montón de cosas que capaz ignorabas.

La independencia es algo que no tiene precio, pero el estar muy muy lejos de casa algunas veces produce lo que llaman “Homesick”, hay días en que extrañas la comida de mamá, los juegos entre hermanos, las conversaciones y tragos con los amigos, la tienda de la esquina, el clima, el almuerzo de los domingos en casa de los abuelos y la mascota.

En esta vida nada es perfecto.

El primer año normalmente está lleno de sorpresas, todo es nuevo, lo disfrutas al máximo y aunque te llene de nostalgia de vez en cuando no es algo de morir. Tienes amigos nuevos que se van convirtiendo en familia, una nueva zona horaria, una nueva tienda de la esquina, vecinos, compañeros de clase/trabajo, una calle que conoces de cabo a rabo, una iglesia a la que nunca vas pero sabes que está allí, un plato de comida que sabes preparar, un nuevo local nocturno, restaurante o centro comercial preferido y muchas nuevas vivencias.

Después de varios años lejos de casa, pasas a tener tu propio hogar, tu decoración, tus cuadros, tus vasos, tus recetas de cocina, tu forma de lavar la ropa, tu manera de limpiar y te das cuenta como ha cambiado la vida desde aquel día cuando todo comenzó por una emocionante nueva aventura.

Siempre hay un día donde volteas a hojear el pasado y ves como ha cambiado tu vida, luego miras hacia adelante con más fuerza de seguir avanzando, alcanzando cada meta y valorando cada gota de esfuerzo, porque sabes que tienes las agallas de lograr todo lo que te propones.

El estar lejos de casa te hace más fuerte e independiente. Pero en días especiales, se arruga el corazón al saber que será otro año más celebrando lejos de casa, con velas digitales de la familia y viejos amigos… Sin embargo, el calor de las nuevas amistades, los mensajes internacionales, las llamadas, los abrazos, los pequeños detalles y los buenos deseos recuperan las fuerzas, llenan de emociones, felicidad y alimentan el alma.

Al final todos los días en un nuevo día para comenzar.

La vida es un libro que vamos escribiendo poco a poco. Las líneas son el resultado de las experiencias del camino, y al final, las historias más interesantes siempre están cargadas de fuertes emociones y grandes aventuras.